domingo, 22 de junio de 2008
nosotras, mujeres tándem
La vida está llena de falsas pistas, imposturas; cosas que raramente son lo que parecen y, si lo son, disimulan. Y puede que eso sea lo divertido de la vida, imagino, no saber nunca exactamente a qué atenerse[1].
CIUDAD TÁNDEM es una asociación de mujeres, mujeres que hemos decidido ponernos en la pista de la ciudad, del espacio público, de nuestro paisaje urbano cotidiano y hacerlo además en tándem, ya saben, de dos en dos, de tres en tres o de diez en diez; no pretendemos imposturas, ni falsas pistas y somos, sí, lo que parecemos. Mujeres. Y somos, sí, feministas.
Comenzaré entonces por explicar qué entiendo, que entendemos, por ciudad, por espacio público, por paisaje urbano como nos gusta denominarlo puesto que la palabra “paisaje” incorpora lo social y con ello lo personal individual, la experiencia personal consciente de la ciudad como previo ineludible para poder amasar la harina y poder hornear. Porque, ya saben, un pan horneado sin amasar, sin fermentar, sin reflexionar, provoca indi_gestión.
Lo público es un espacio ambiguo y contradictorio ya que pese a construirse sobre elementos de relevancia específicamente masculina las mujeres consumimos en él buena parte de nuestra existencia. Y no nos sentimos precisamente cómodas. Es un espacio que nos es dado, elegido y padecido, donde cada mujer sufre la fricción que se da entre las diferencias corporales por un lado y, por otro, la igualdad de derechos; entre sexualidad y emancipación, entre deseo y necesidad. Este espacio es, para nosotras , exquisitamente político[2]. Político significa ausencia, invisibilidad originaria y actual de las mujeres en la polis, significa posibilidad de construir un modelo “diferente” con nuestras propias manos e ideas e implica pertenencia, pretendemos un modelo compartido de ciudad del que sentirnos parte, una ciudad en la que ser algo más que usuarias, ser autoras. Lo público es el espacio de la excelencia porque es dónde nos podemos hacer encontrar, y ver, por los “otros” que nos reconocen[3].
Nuestras experiencias entretejidas y poliédricas construidas como un palimpsesto, [puesto que todo influye sobre todo y cada segundo se nos va adhiriendo a la piel como bagaje profesional y personal, público y privado] nos interpelan en nuestra vivencia cotidiana de la ciudad, nos llevan a hacernos preguntas y buscar respuestas desde el feminismo. Sin asustarnos de lo contradictorio, de lo vulnerable, de la fragilidad de todo proceso que se da en colectivo.
Y el feminismo no pretende un asalto a los cuarteles de invierno, donde se cobija el poder del patriarcado, para acaparar él sólo todo ese poder omnímodo; el feminismo pretende un mundo más justo, más tolerante en lo diverso y más ecuánime en derechos. Miren a su alrededor, lo subliminal y sibilino de los mensajes publicitarios, el limitado espacio “público” puesto a su disposición fuera del proceso del consumo, cómo la presencia de automóviles determina su uso y vivencia de la ciudad...
El análisis que realiza nuestra compañera y amiga Juana María GIL RUIZ de lo alambicado del sistema que sostiene la violencia estructural, una violencia que reatraviesa nuestra vida, nuestro entorno social, nuestro hábitat y nuestro tiempo libre; nos ha hecho abordar la primera, que será permanente, tarea tándem: nombrar, diagnosticar, señalar elementos, actos, sucesos que nos interpelan en nuestra vida cotidiana de la ciudad promoviendo, generando, afianzando violencia, este el tema del vídeo, realizado con la colaboración de Marga Suárez, Rosa Lara e Izabela Radomska, y de las fotografías de Lola Araque.
Leyendo a Juana siempre visualizo lo siguiente, mientras todas y todos miramos, mirábamos, la violencia de género con lupa intentando “comprender” y “analizar” las causas que la determinan en una escala de proximidad total, Juana, como audaz y sabia mujer que es, le da la vuelta a su catalejo y comienza a observar el panorama desde muy, muy lejos, para así afirmar que la violencia de género es una violencia que se sostiene en la estructura, en el sistema y no es por tanto un asunto “privado”. Entendemos que la violencia estructural es una espada de Damocles con la que con_vivimos. Necesitamos estar avisadas y avisados, atentas y atentos y señalarla, nombrarla, exteriorizar qué sentimientos nos provoca y, principalmente, cómo podríamos desactivarla.
Para la elaboración de este texto he recuperado ideas de María ZAMBRANO, Hannah ARENDT, Enma BAERI, Estrella DE DIEGO, Beatriz PRECIADO y, claro, de Juana María GIL RUIZ.
Al toque Rosa FERNÁNDEZ, al cante Lola CODES.
[1] DE DIEGO, Estrella. LLAMADA EN ESPERA. Escondrijos. Suplemento BABELIA 864. El País. 14 de junio de 2008
[2] BAERI, Emma. DESLIZAMIENTOS POLÍTICOS Y SEMÁNTICOS EN LA NOCIÓN DE ESPACIO PÚBLICO: UNA REFLEXIÓN FEMINISTA. Conferencia. Universidad CARLOS III de Madrid. 11 de junio de 2008
[3] ARENDT, Hannah.
CIUDAD TÁNDEM es una asociación de mujeres, mujeres que hemos decidido ponernos en la pista de la ciudad, del espacio público, de nuestro paisaje urbano cotidiano y hacerlo además en tándem, ya saben, de dos en dos, de tres en tres o de diez en diez; no pretendemos imposturas, ni falsas pistas y somos, sí, lo que parecemos. Mujeres. Y somos, sí, feministas.
Comenzaré entonces por explicar qué entiendo, que entendemos, por ciudad, por espacio público, por paisaje urbano como nos gusta denominarlo puesto que la palabra “paisaje” incorpora lo social y con ello lo personal individual, la experiencia personal consciente de la ciudad como previo ineludible para poder amasar la harina y poder hornear. Porque, ya saben, un pan horneado sin amasar, sin fermentar, sin reflexionar, provoca indi_gestión.
Lo público es un espacio ambiguo y contradictorio ya que pese a construirse sobre elementos de relevancia específicamente masculina las mujeres consumimos en él buena parte de nuestra existencia. Y no nos sentimos precisamente cómodas. Es un espacio que nos es dado, elegido y padecido, donde cada mujer sufre la fricción que se da entre las diferencias corporales por un lado y, por otro, la igualdad de derechos; entre sexualidad y emancipación, entre deseo y necesidad. Este espacio es, para nosotras , exquisitamente político[2]. Político significa ausencia, invisibilidad originaria y actual de las mujeres en la polis, significa posibilidad de construir un modelo “diferente” con nuestras propias manos e ideas e implica pertenencia, pretendemos un modelo compartido de ciudad del que sentirnos parte, una ciudad en la que ser algo más que usuarias, ser autoras. Lo público es el espacio de la excelencia porque es dónde nos podemos hacer encontrar, y ver, por los “otros” que nos reconocen[3].
Nuestras experiencias entretejidas y poliédricas construidas como un palimpsesto, [puesto que todo influye sobre todo y cada segundo se nos va adhiriendo a la piel como bagaje profesional y personal, público y privado] nos interpelan en nuestra vivencia cotidiana de la ciudad, nos llevan a hacernos preguntas y buscar respuestas desde el feminismo. Sin asustarnos de lo contradictorio, de lo vulnerable, de la fragilidad de todo proceso que se da en colectivo.
Y el feminismo no pretende un asalto a los cuarteles de invierno, donde se cobija el poder del patriarcado, para acaparar él sólo todo ese poder omnímodo; el feminismo pretende un mundo más justo, más tolerante en lo diverso y más ecuánime en derechos. Miren a su alrededor, lo subliminal y sibilino de los mensajes publicitarios, el limitado espacio “público” puesto a su disposición fuera del proceso del consumo, cómo la presencia de automóviles determina su uso y vivencia de la ciudad...
El análisis que realiza nuestra compañera y amiga Juana María GIL RUIZ de lo alambicado del sistema que sostiene la violencia estructural, una violencia que reatraviesa nuestra vida, nuestro entorno social, nuestro hábitat y nuestro tiempo libre; nos ha hecho abordar la primera, que será permanente, tarea tándem: nombrar, diagnosticar, señalar elementos, actos, sucesos que nos interpelan en nuestra vida cotidiana de la ciudad promoviendo, generando, afianzando violencia, este el tema del vídeo, realizado con la colaboración de Marga Suárez, Rosa Lara e Izabela Radomska, y de las fotografías de Lola Araque.
Leyendo a Juana siempre visualizo lo siguiente, mientras todas y todos miramos, mirábamos, la violencia de género con lupa intentando “comprender” y “analizar” las causas que la determinan en una escala de proximidad total, Juana, como audaz y sabia mujer que es, le da la vuelta a su catalejo y comienza a observar el panorama desde muy, muy lejos, para así afirmar que la violencia de género es una violencia que se sostiene en la estructura, en el sistema y no es por tanto un asunto “privado”. Entendemos que la violencia estructural es una espada de Damocles con la que con_vivimos. Necesitamos estar avisadas y avisados, atentas y atentos y señalarla, nombrarla, exteriorizar qué sentimientos nos provoca y, principalmente, cómo podríamos desactivarla.
Para la elaboración de este texto he recuperado ideas de María ZAMBRANO, Hannah ARENDT, Enma BAERI, Estrella DE DIEGO, Beatriz PRECIADO y, claro, de Juana María GIL RUIZ.
Al toque Rosa FERNÁNDEZ, al cante Lola CODES.
[1] DE DIEGO, Estrella. LLAMADA EN ESPERA. Escondrijos. Suplemento BABELIA 864. El País. 14 de junio de 2008
[2] BAERI, Emma. DESLIZAMIENTOS POLÍTICOS Y SEMÁNTICOS EN LA NOCIÓN DE ESPACIO PÚBLICO: UNA REFLEXIÓN FEMINISTA. Conferencia. Universidad CARLOS III de Madrid. 11 de junio de 2008
[3] ARENDT, Hannah.
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